Una de las más terribles experiencias en el ministerio pastoral es *carecer de un amigo*.
Estás rodeado de muchas ovejas y colegas ministeriales, pero hay *ausencia de un amigo.*
En los últimos tiempos se incrementó la *competencia ministerial* y las *comparaciones*.
¿Cuántos miembros tienes?
¿Cuántos cultos realizas el domingo?
¿Cuántas finanzas manejas?
Y hasta, ¿De que marca es el teclado, la batería y el micrófono?
Y sin darte cuenta de pronto te ves envuelto en tan miserable actitud, nada cristiana.
Terminas sólo. Confirmas que no tienes amigos.
Más que competidores debiéramos ser amigos.
*Un pastor amigo* se goza con tus éxitos y logros. *No es envidioso*
*Un pastor amigo* sufre cuando fracasas y experimentas derrota. *Es solidario*.
*Un pastor amigo* te defiende de ataques de los que intentan “apuñalearte” por la espalda. *Es leal*.
*Un pastor amigo* te extiende la mano cuando caes . *Es
restaurador*.
Hasta este punto te pregunto:
*¿Tienes un pastor amigo?*
Iniciemos con una la verdadera unidad del Espíritu y corregir lo que tengamos que corregir, amándonos de todo corazón, levantando los brazos él uno del otro y sanando toda herida para conquistar los territorios y plasmar él Reino de Cristo.